Odio constructivo

el camino del amor, la sensibilidad y la autoayuda

9.3.05

 

De esa agua no he de beber

Odio al feng-shui. Odio que de repente, todo tenga una corriente mística de energía que la más de las veces se manifiesta en nuestro Occidente, en forma de un ruido constante y como murmullo -en definitiva insoportable- de agua cayendo en una de esas fuentes de, casualmente, feng-shui que tan de moda se han puesto. Odio que el canal Utilísima Satelital enseñe a hacer fuentes de feng-shui con tres macetas de distintos tamaños y un pequeño motor eléctrico. Odio además, que enseñen a decorarlas con piedritas para gatos. Odio esa pretensión tan paqueta que implica encontrar manifestaciones culturales siempre en lugares muy distintos al lugar donde se pertenece, para así pensarse como un individuo superior o cosmopolita. Odio que, para colmo, a tales manifestaciones culturales no tengan la decencia de buscarlas en revistas fifís como la Cosmopolitan -tampoco exijo la revista de la Unesco, no. Hay que ser realista- porque a muchos de tales individuos no les da para ir más allá de la Gente o Caras.

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