Odio constructivo

el camino del amor, la sensibilidad y la autoayuda

5.3.05

 

Oh my god.

Odio que el amor sea un desequilibrio químico del cerebro, similar al ocurrido durante la ingesta de chocolate, y que tenga fecha de vencimiento exactamente a los 18 meses de. Odio que se experimente un estado de placer irracional, intercalado con espasmos de sufrimiento (también placentero, en este caso) y matices de intermitente distracción e improductividad, producto de un estímulo externo (persona amada), sobredimensionado en sus cualidades positivas y subdimensionado en las negativas. Odio que además se manifieste en babeos, estados de ensoñación, falta de apetito, exceso de atención en el arreglo personal (salvo por el babeo). Odio que una persona enamorada pueda llegar a ser confundida con un ser humano normal en casi cualquier situación.
Odio que no sea igual para el hombre y para la mujer, sino que dependa de cuánto les guste el chocolate a cada uno. Odio que para el hombre se parezca más al placer de ser el dueño absoluto del control remoto y tener la expendedora de cervezas al lado del sofá.
Odio no saber exactamente cuántas formas de amar hay, y que si tengo que arriesgar un número, siempre siempre esté condicionada al 382, que ni siquiera es salidor.
Odio que a veces ésto se acerque mucho mucho mucho a un culebrón, y no poder encontrar culpables absolutos.
Por suerte, tenemos a Inglaterra brindándonos el momento baladí y descomprimiendo por anticipado.

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