Odio constructivo

el camino del amor, la sensibilidad y la autoayuda

9.4.05

 

Tu quoque, filius?

Odio a los que creen que pueden convivir coherentemente con cierto grado de ironía, hasta que llega el momento de ponerse a prueba. Y ahí es donde se despierta el pequeño reaccionario que llevan dentro y ¡zas!, inmediatamente se transforman en aparatos de utilización de cuanto medio de comunicación se encuentre a su alcance para formularte un reproche, o para intentar un insulto que pretende cierta estatura moral, sin darse cuenta de que la mera existencia de ese insulto devela la hipocresía de su contradicción. Odio, también, que por tales reproches intenten aleccionar moralmente, justo cuando provienen de gente tan hipócrita. Odio, aún más, haberme topado con tantos semovientes del ramo que, a esta altura de las circunstancias, el chip conductista elaboró su propia reacción de indiferencia e ignorancia hacia tales emanaciones olorosas de sus alterados "centros de ética"; es decir: ellos son causantes de un supuesto grado de insensibilidad que quizás nos distraiga, llegado el caso, de reconocer un error propio. Odio que este no sea ese caso, ni por cerca. Pero por sobretodo, odio saber que lo más probable es que haya otros dinosaurios del estilo por ahí, en sus cavernas, esperando que baje un poco el hielo para salir a reclamar contenidos morales que no son capaces de enseñar, reproducir, o siquiera poseer.

|

<< Home